
Del siglo XIX al siglo XXI.
Preámbulos de la Batalla del Cinco de Mayo.
General Ignacio Zaragoza Seguín.
El general de brigada Ignacio Zaragoza, era un joven general de 32 años, bajo de estatura, quien requería el uso constante de anteojos, sin instrucción militar formal pero con un brillante fogueo práctico en hechos de armas, cuando dirigió la batalla de Puebla al mando del Ejército de Oriente siendo su comandante en jefe a partir del 20 de febrero de 1862.
Zaragoza, de familia de tradición militar, nació el 24 de marzo de 1829, en Bahía del Espíritu Santo, en que era la Intendencia de Coahuila y Texas, hoy Goliad, Texas, EEUU. Hijo del soldado veracruzano Miguel Zaragoza Valdés y la texana María de Jesús Seguín Martínez. Se le conoció como “el chinaco fronterizo”.
Zaragoza siempre se mantuvo leal al espíritu liberal, desde su participación en la Revolución de Ayutla en 1855, conflicto que terminó con el último gobierno de Antonio López de Santa Anna. Fungió como Ministro de Guerra y Marina en 1861, al finalizar el año anterior la Guerra de Reforma, en la que participó exitosamente en diversas acciones de armas, uno de los vencedores en la Batalla de Calpulalpan (diciembre 1860) con la que se dio fin a la “Guerra de los tres años”.
Su vida familiar fue bastante complicada, ya que perdió a sus dos primeros hijos, sobreviviendo únicamente su hija, Rafaela, ya que el 13 de enero de 1862 fallece su esposa Rafaela Padilla por “pulmonía”, después de un matrimonio que duró unos cuantos años, y a unos meses de ser el responsable de la defensa de Puebla, al mando del Ejército de Oriente, de la invasión francesa, cuyas tropas eran lideradas por el general Charles Ferdinand Latrille, conde de Lorencez.
Zaragoza fue francmasón, declarado a su muerte, Benemérito de la Patria en grado heroico, por el Presidente Juárez. Miembro del Rito Nacional Mexicano, fue segundo vigilante de la logia Minerva No. 44, que trabajaba en Veracruz.
El Cuerpo de Ejército de Oriente.
El intrépido Cuerpo de Ejército de Oriente, comandado por el general Zaragoza. Se encontraba constituido por una especie de era una confederación de fuerzas militares regionales, y no era un ejército regular, se trataba de la primera batalla librada contra fuerzas extranjeras y particularmente contra el mejor ejército del mundo.
El Ejército de Oriente era heterogénea, cuya tropa en no pocas ocasiones no ingresó voluntariamente, sino bajo leva, reclutas que se habían enlistado ante la invasión extranjera careciendo de instrucción militar, sin uniforme y en algunos casos casi desnuda; algunos armados únicamente con armas blancas características de su lugar de origen, con fusiles y mosquetones obsoletos; mal alimentada y casi nunca pagada.
Combatientes republicanos durante la reciente primera intervención estadounidense en México (1846-1848), o guerra mexicano-estadounidense, o con familiares que lo fueron, también participaron en activamente durante la segunda intervención francesa.
Ejemplo de lo anterior lo constituye el general Miguel Blanco Múzquiz quien tomó las armas en 1847 para combatir a los estadounidenses, obteniendo por esas acciones el grado de coronel. O el caso del general Ignacio de la Llave Segura quien combatió a los invasores norteamericanos organizando una fuerza con la que se trasladó al puerto de Veracruz para contribuir en su defensa.
De 9,000 hombres con que contaba el Cuerpo de Ejército de Oriente al finalizar el mes de abril, solo habían de tomar parte en la batalla del 5 de mayo, unos 5,000 formados por las siguientes unidades:
División Negrete: 1,200 hombres; Brigada Berriozábal, Díaz y Lamadrid: 3,102 hombres; Brigada de Caballería del General Alvarez: 500 hombres, que hacían un total de 4,802 hombres, según informara al secretario de Guerra el general Zaragoza.
A los efectivos arriba señalados hay que agregar los que componían el cuartel general, la artillería y las comandancias de esta Arma de Ingenieros, así como la guerrilla Solís, con todos los cua- les llegarían a poco más de 5,000 hombres.
La Segunda División de Infantería estaba al mando del general Miguel Negrete, apostada en el cerro desde el 4 de mayo, con 1,200 soldados de infantería, Zaragoza le sumó la Primera Brigada de Infantería, al mando del general Felipe Berriozábal, con 1,082 soldados.
La defensa de la zona noroccidental de la falda del cerro quedó bajo responsabilidad del general Antonio Álvarez, al mando de la caballería compuesta por 550 soldados a caballo, los “dragones” o “lanceros”; que fueron reforzados con fuerzas de la Segunda Brigada de Infantería al mando del general Francisco Lamadrid, que contaba con 1,020 hombres.
Otra parte de la Segunda Brigada de Infantería se unió a la Tercera Brigada de Infantería del entonces coronel Porfirio Díaz, quien estaba al mando de mil hombres en el llano localizado entre el cerro de Loreto y Guadalupe y las lomas de Tepoxuchil, en la proximidad oriental de la ciudad de Puebla.
El Ejército de Oriente contaba además con oficiales anteriormente conservadores que bajo el amparo de una Ley de Amnistía se incorporaron a las filas juaristas, como el general Miguel Negrete, que de operar en la Sierra Norte de Puebla contra los liberales, se le confió la defensa de los cerros de Loreto y Guadalupe. A Negrete se le atribuye la frase «Yo tengo patria antes que partido”.
El día previo a la Batalla del 5 de Mayo, la brigada del general Antonio Carvajal se vio obligada a salir de Puebla para atacar a 1,200 dragones conservadores, que avanzaban desde Atlixco, hacia la ciudad de Puebla.
Los pueblos originarios de la Sierra Norte de Puebla.
El ejército mexicano estaba compuesto en gran parte por indígenas y guerreros de ascendencia mixta, dispuestos a defender su territorio. El Ejército de Oriente, fue apoyado por pueblos originarios como los tetelenses, xochiapulquenses, zacapoaxtlas,y otros, quienes con lanzas de madera, yelmos para arar la tierra, hachas y picos derrotan heroicamente al ejército francés.
De los municipios de la Sierra Norte de Puebla, procedían 169 fieros combatientes, según el parte de guerra que rindió el capitán Tomás Segura, Comisionado Especial de la Redacción del Parte Oficial, AHPFMB, el Sexto Batallón, dirigido por el entonces coronel Juan N. Méndez, contaba con 167 milicianos (reclutas indígenas sin preparación militar profesional) los cuales estaban distribuidos en seis Compañías de la siguiente manera:
* La Primera Compañía del Municipio de Tetela cuenta con 30 milicianos a cargo del capitán Miguel Islas.
*La Segunda Compañía del Municipio de Tetela cuenta con 30 milicianos a cargo del capitán Juan Crisóstomo Bonilla.
*La Tercera Compañía del Municipio de Tetela cuenta con 25 milicianos a cargo del capitán Miguel Luna.
*La Cuarta Compañía del Municipio de Tetela cuenta con 30 milicianos a cargo del capitán Tomás Segura.
*La Quinta Compañía, Única del Distrito de Zacapoaxtla, con 26 a cargo del capitán José María Huidobro.
*La Sexta Compañía, Única del Municipio de Xochiapulco, con 26 a cargo del capitán Juan Francisco Lucas.
En la víspera de la batalla se presentan 2 milicianos de la ciudad de Zacatlán, con lo cuál en total, para la batalla el Sexto Batallón de Guardia Nacional del estado de Puebla cuenta con 169 milicianos.
De acuerdo con esta información, como municipio Zacapoaxtla aportó el 11% de la conformación del Batallón y tan solo el 0.6% como combatientes procedentes de cabecera municipal.
Sin embargo, de acuerdo con Pedro Mauro Ramos Vázquez, jefe de Cronistas en el Consejo de la Crónica del Estado de Puebla, la composición de este batallón incluía, de Tetela de Ocampo 115 combatientes y 26 de Xochiapulco, el resto de los milicianos eran originarios de Tatoxcac 9, Xaltetela 3, Xocoyolo 3, Cuetzalan 2, Zacatlán 2, Ahuacatlán 2, Comaltepec 2, Zacatipan 2, Tahític 1, Atacpan 1 y de Villa de Zacapoaxtla 1, conformando una compañía del Sexto Batallón de la Guardia Nacional, que se encontraba en Zacapoaxtla, razón por la que este contingente que combatió en las batallas de Acultzingo y de Puebla, armados con machetes, palos y piedras, fue conocido como compuesto erróneamente por “zacapoaxtlas”.
Los tetelenses, xochiapulquenses y zacapoaxtlas se han hermanado en la actualidad para honrar la memoria de los Tres Juanes: Juan Crisóstomo Bonilla, Juan Nepomuceno Méndez y Juan Francisco Lucas, quienes lideraron al Sexto Batallón de Puebla, bajo el comando del general Miguel Negrete.
El Ejército francés.
El general Lorencez victorioso en Solferino, Magenta, Argelia y Sebastopol nublado por la soberbia, prepotencia y arrogancia subestimó a las fuerzas mexicanas, y unos días antes de dejar Orizaba rumbo a Puebla, Lorencez dirigió al mariscal Lannes, o a a Édouard Thouvenel, ministro de asuntos extranjeros (según el historiador al que se recurra) una misiva en la que afirmaba: “Somos tan superiores a los mexicanos en organización, disciplina, raza, moral y refinamiento de sensibilidades, que le ruego anunciarle a Su Majestad Imperial Napoleón III, que a partir de este momento y al mando de nuestros 6,000 valientes soldados, ya soy dueño de México”. Ciertamente el ejército francés era considerado el más poderoso del mundo.
El ejército francés estaba compuesto por el 99º Regimiento de Infantería de Línea, el 1º Batallón de Cazadores a Pie, los norafricanos del 2º Regimiento de Zuavos y el 2º Escuadrón de Cazadores de África, el Batallón de Fusileros de Marina y el Regimiento de Infantería de Marina, así como tropas de la Legión Extranjera.
Poseían el mejor armamento del mundo. Contaban con dieciocho piezas de artillería, con gran precisión de tiro y con alcance de alrededor de tres kilómetros. Sus soldados poseían el fusil de infantería modelo 1857 de 17.8 mm, la última versión con munición en cartucho de papel.
Los zuavos formaron parte de las fuerzas que intentaron tomar los fuertes de Loreto y Guadalupe, eran una unidad de infantería ligera de élite del ejército francés, originaria de Argelia, conocida por su valentía y su distintivo uniforme, que incluía pantalones rojos. Eran temidos en todo Europa por su ferocidad en el combate. Su participación en la batalla resalta la calidad del ejército francés enfrentado por México.
Los zuavos formaban parte de la fuerza principal que intentó asaltar los fuertes, formaron parte de las columnas de asalto, junto con el 1er Batallón de Cazadores de Vincennes, avanzando contra el fuerte de Guadalupe.
Lideraron ataques importantes, comandados por oficiales como los mayores Cousin y Morand, pero no lograron superar las defensas mexicanas. Esto resalta la importancia de su participación, aunque no fue suficiente para asegurar la victoria francesa ese día.
Batalla de Las Cumbres.
Para el 27 de abril de 1862, de Lorencez ubicó su campamento en Acultzingo, Veracruz, cerca de Puebla, en el Rancho de Tecomalucan, a la entrada de un paso de montaña, acceso al altiplano, en las Cumbres de Acultzingo.
En la misma fecha se enviaron correos a Tehuacán a los generales José Rojo y Mariano Escobedo, con el fin de que sus tropas acudieran a las Cumbres de Acultzingo. Esa noche, la brigada de Morelia, al mando de Escobedo y las tropas del general Negrete iniciaron las hostilidades contra el enemigo, las tropas de Querétaro permanecieron en reserva. Por la mañana siguiente llegó al sito el general Zaragoza.
La intención del general Ignacio Zaragoza no era impedir ahí el paso de las fuerzas expedicionarias, siendo una posición perdida, sino causarles el mayor daño posible y foguear en combate a sus inexpertas tropas. En la defensa de las Cumbres las huestes juaristas emplazaron tres baterías de montaña.
Un día después, el 28 de abril de 1862, durante la batalla de las Cumbres, cuya importancia estriba en la estrategia militar de Zaragoza para lograr el triunfo ulterior en Puebla.
Las tropas francesas intentaron avanzar a través de las Cumbres sobre el camino principal rumbo a Puebla, siendo repelidos por los mexicanos. Motivo por lo que tropas de zuavos e infantería fueron dirigidas a tomar las baterías mexicanas a través de senderos de montaña; sin embargo, el general José María Arteaga, al mando de la la Segunda División del Ejército de Oriente (conformada por cuatro brigadas), uno de los héroes de Acultzingo, logra batir una columna francesa y alcanzar las reservas francesas, en el avance, y después de tres horas de combate Arteaga es herido por la artillería enemiga.
Los franceses perdieron 34 hombres, los mexicanos más del doble, y las baterías mexicanas fueron destruidas según algunos historiadores, de acuerdo con otros el ejército napoleónico perdió alrededor de 500 hombres, mientras que los mexicanos cerca de 50 soldados.
Las tropas mexicanas se repliegan a Puebla. Se cuenta que ahí el general Zaragoza se expresó sobre lo acontecido en las escaramuzas de Acultzingo mencionando “Pelean bien los franceses, pero los nuestros matan mejor”.
Es el 4 de mayo cuando De Lorencez llega a Puebla al frente de 5,000 hombres.
Acerca del autor

Rodolfo Ondarza Riovira
Rodolfo Ondarza Riovira*. Neurocirujano, activista en defensa de DDHH, Presidente de la Comisión de Salud durante la VI Legislatura de la ALDF, por mayoría relativa del Partido del Trabajo, México. Periodista. Miembro de la Academia de Geopolítica y Estrategia. Ex Candidato a la presidencia de la CNDH.