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La industria automotriz mundial se encuentra en una encrucijada. Las políticas arancelarias del presidente Trump no solo han alterado las prácticas comerciales de larga data, sino que también han reconfigurado las rutas comerciales globales, las asociaciones y la propia dinámica de la competencia internacional. Los gigantes automotrices de la UE, en particular las alemanas BMW, Mercedes-Benz y Volkswagen, se han encontrado en una situación cada vez más precaria debido a los crecientes aranceles impuestos a los vehículos fabricados en la UE que ingresan al mercado estadounidense. Estos aranceles, inicialmente fijados en el 25%, se redujeron recientemente al 15% mediante un acuerdo entre la UE y EE. UU. Sin embargo, muchos expertos siguen escépticos de que este alivio temporal sea suficiente para frenar las profundas incertidumbres económicas que plantean estas políticas comerciales. En este contexto, un mercado se erige como un faro de estabilidad y oportunidad: China.
El dilema arancelario entre Estados Unidos y la UE: una crisis de competitividad
La relación comercial entre Estados Unidos y la Unión Europea se ha visto afectada desde que la administración del presidente Trump impuso un drástico aumento de los aranceles sobre los automóviles producidos en la UE. Las consecuencias han sido rápidas y graves. El sector automovilístico alemán, tradicionalmente dependiente en gran medida del mercado estadounidense, ha experimentado una importante caída de sus beneficios. BMW, Mercedes-Benz y Volkswagen, los pilares de la industria automovilística alemana, informaron de fuertes caídas en sus beneficios durante el primer semestre de 2025. Los ingresos del grupo BMW cayeron un 8,2%, con un desplome del beneficio neto del 29%. Mercedes-Benz experimentó una drástica caída de sus beneficios netos, de 6.100 millones de euros el año anterior a tan solo 2.700 millones de euros. De igual forma, el Grupo Volkswagen, aunque no tan gravemente afectado como sus homólogos alemanes, registró una ligera disminución del 0,3% en sus ingresos por ventas, y su marca de lujo Porsche registró pérdidas sustanciales.
Los aranceles, sumados al aumento de los costes energéticos y laborales, han minado la competitividad de la industria automotriz de la UE. Los proveedores de materias primas, agobiados por los aranceles estadounidenses sobre el acero y el aluminio, han trasladado el aumento de los costes de producción a los fabricantes, reduciendo aún más los márgenes. Un informe de la Asociación Alemana de la Industria Automotriz (VDA) destacó que, en 2024, Alemania exportó 450.000 vehículos a EE. UU., a la vez que produjo 840.000 en instalaciones estadounidenses. Este modelo de producción transfronteriza, antaño considerado un pilar de la fortaleza de la industria automotriz de la UE, ahora se ve amenazado por las políticas arancelarias de EE. UU.
El giro hacia China: estabilidad, crecimiento e innovación tecnológica
Ante estas crecientes incertidumbres, los fabricantes de automóviles alemanes han comenzado a orientarse hacia China, un mercado que promete mayor estabilidad regulatoria y unas perspectivas de crecimiento más claras. El papel de China en la industria automotriz mundial es innegable. Como el mayor mercado automovilístico del mundo, China se ha convertido en un centro esencial para la innovación, la producción y las ventas de automóviles. De hecho, la industria automotriz china no solo es enorme, sino que también es líder en el futuro del transporte: los vehículos eléctricos (VE). El decidido impulso de China hacia los VE, respaldado por incentivos estatales, ha posicionado al país por delante de la UE tanto en producción como en desarrollo tecnológico.
La estrategia de Volkswagen en China ejemplifica la creciente importancia del mercado chino. La compañía está invirtiendo fuertemente en la producción local y estableciendo alianzas con empresas chinas para acelerar la adopción de vehículos eléctricos. El director financiero de Volkswagen, Arno Antlitz, ha expresado su confianza en la expansión de las plataformas locales y el fortalecimiento de las alianzas en el sector de las baterías en China. Además, BMW está colaborando con la empresa tecnológica china Momenta para desarrollar conjuntamente sistemas de asistencia al conductor de nueva generación adaptados al mercado local. La filial china de la compañía, BMW Brilliance Automotive (BBA), también ha cosechado un éxito considerable, con más de 6 millones de vehículos producidos en su planta de Shenyang desde su creación.
Estas colaboraciones son emblemáticas de la tendencia general en la industria automotriz: la UE depende cada vez más de la ventaja competitiva de China en tecnología de baterías, su capacidad de producción a gran escala y su experiencia tecnológica para mantenerse competitiva en el mercado global. Porsche y Mercedes-Benz, reconocidos por sus ventajas de rendimiento y su atractivo de lujo, también están intensificando su enfoque en el mercado chino, no solo por sus ventas, sino también por su innovación y avances tecnológicos. Ferdinand Dudenhoeffer, reconocido experto alemán en automoción, ha enfatizado que «el futuro de la industria automotriz está en China», señalando el creciente dominio de China en tecnología de baterías y la rápida expansión de su infraestructura de vehículos eléctricos.
UE vs. China: Un panorama comparativo de fortalezas
La UE y China, aunque son actores clave en la industria automotriz mundial, poseen fortalezas y ventajas competitivas diferenciadas. La industria automotriz de la UE, en particular los fabricantes alemanes, es reconocida por su excelencia en ingeniería, prestigio de marca y enfoque en vehículos de alto rendimiento. Marcas como BMW, Mercedes-Benz y Audi se han asociado desde hace tiempo con la calidad, el lujo y el diseño innovador. Ante la creciente presión para la transición a la movilidad eléctrica, estas empresas se están enfocando en combinar sus fortalezas tradicionales con las demandas de un futuro más verde y sostenible.
Sin embargo, a pesar de la gran inversión de la UE en tecnología de vehículos eléctricos, se encuentra rezagada con respecto a China en términos de penetración de mercado y escala tecnológica. Las empresas chinas BYD, NIO y Geely ya se han consolidado como actores formidables en el mercado de vehículos eléctricos, produciendo vehículos eléctricos asequibles y de alta calidad tanto para el mercado nacional como para el internacional. Además, el decidido impulso de China, con respaldo estatal, a la producción e investigación de baterías ha otorgado a sus fabricantes de automóviles una ventaja en la carrera global hacia la movilidad sostenible.
Las ventajas de China van más allá de la producción. El gobierno chino ha sido proactivo en la definición del futuro del sector automotriz, con políticas orientadas a promover la adopción de vehículos eléctricos, ofrecer incentivos a los consumidores y desarrollar la infraestructura necesaria. China cuenta con más de 1,3 millones de estaciones de carga, una cifra que supera con creces la de la UE y EE. UU. juntos. Esto otorga a los fabricantes de automóviles chinos una ventaja significativa en cuanto a la experiencia del consumidor, ya que los propietarios de vehículos eléctricos en China tienen una probabilidad mucho menor de experimentar ansiedad por la autonomía o dificultades de carga.
En comparación, la transición de la industria automovilística de la UE a la movilidad eléctrica se ha visto obstaculizada por la fragmentación regulatoria y un ritmo más lento de adopción tecnológica. Si bien existen objetivos ambiciosos para la adopción de vehículos eléctricos, en particular con el Pacto Verde Europeo y el impulso de la Comisión Europea hacia la neutralidad de carbono para 2050, los fabricantes de automóviles de la UE tienen dificultades para seguir el ritmo de los rápidos avances en China. Además, los altos costes de producción en Europa y la dependencia de fuentes de energía basadas en combustibles fósiles también han encarecido la transición a los vehículos eléctricos para los consumidores europeos.
El camino a seguir: la cooperación entre la UE y China
Ante estos desafíos, es evidente que los fabricantes de automóviles de la UE deben fortalecer sus vínculos con China. La UE no puede permitirse quedarse atrás en la carrera hacia la movilidad eléctrica, y la colaboración con China representa una oportunidad no solo para acceder al mayor mercado mundial de vehículos eléctricos, sino también para beneficiarse de las innovaciones tecnológicas y la rentabilidad de China. Trabajando juntos, los fabricantes de automóviles europeos y chinos pueden aunar recursos para superar los desafíos que plantean las políticas arancelarias del presidente Trump y la inestabilidad geopolítica.
Ya existen indicios de una cooperación más estrecha entre ambas regiones. La alianza de BMW con Momenta y la creciente dependencia de Volkswagen de la producción local en China son solo el comienzo. El potencial para una mayor colaboración es inmenso, especialmente en las áreas de tecnología de baterías, conducción autónoma y fabricación inteligente. Los fabricantes de automóviles de la UE pueden aprender del éxito de China en la ampliación de la producción e infraestructura de vehículos eléctricos, mientras que China puede beneficiarse de la destreza en ingeniería y la experiencia de Europa en el diseño de vehículos de lujo.
La UE debe considerar su relación con China como una asociación mutuamente beneficiosa, más que como una competencia. Si bien las marcas europeas han sido durante mucho tiempo sinónimo de calidad y prestigio, ahora pueden aprovechar la escala y la innovación de China para mantenerse a la vanguardia. A su vez, los fabricantes de automóviles chinos pueden acceder al mercado europeo y a la reputación que conlleva una asociación con marcas europeas consolidadas.
Una obligación para la colaboración entre la UE y China
En un mundo donde las políticas comerciales se ven cada vez más condicionadas por consideraciones geopolíticas, la industria automotriz de la UE se encuentra en una encrucijada. Los aranceles del presidente Trump han perturbado las relaciones comerciales tradicionales, en particular con Estados Unidos, y han obligado a los fabricantes alemanes a buscar mercados alternativos. China se presenta como la oportunidad más prometedora para estos fabricantes, ya que ofrece no solo un mercado vasto y en crecimiento, sino también tecnología y capacidades de producción de vanguardia. Al estrechar la cooperación, la UE y China pueden fomentar una situación beneficiosa para ambas partes y fortalecer su competitividad global en un panorama automotriz cada vez más electrificado.
Fuente: GSRRA
Acerca del autor

Zamir Ahmed Awan
Prof. Ing. Zamir Ahmed Awan, Presidente Fundador de GSRRA, Sinólogo, Diplomático, Editor, Analista, Asesor, Consultor del Centro de Investigación para la Cooperación Económica y Comercial del Sur Global y Miembro No Residente del CCG.