
Imagen: France24
En los últimos años, el panorama económico mundial ha presenciado una escalada constante de tensiones impulsada por el unilateralismo, el proteccionismo y el uso de políticas comerciales como arma, principalmente provenientes de Washington. Estados Unidos, bajo la administración del presidente Donald Trump, inició una guerra comercial de amplio alcance al imponer aranceles extremadamente altos a las importaciones procedentes de China y varios otros países. Lo que comenzó como un reclamo para proteger los empleos estadounidenses pronto se convirtió en una política de contención, diseñada para frenar el auge tecnológico e industrial de China.
Sin embargo, en medio de este entorno turbulento, la respuesta de China se ha mantenido mesurada, racional y profundamente arraigada en su sabiduría civilizatoria. China no ha reaccionado de forma impulsiva ni emocional. En cambio, ha mostrado moderación, instando pacientemente a Estados Unidos a retomar el diálogo y a adoptar una cooperación mutuamente beneficiosa. Sin embargo, cuando las medidas estadounidenses traspasaron sistemáticamente los límites de la equidad y el respeto a la soberanía, China se vio obligada, con razón, a introducir contramedidas destinadas a defender sus intereses nacionales, su seguridad tecnológica y sus derechos de desarrollo.
El 9 de octubre de 2025, el Ministerio de Comercio de China (MOFCOM) anunció una nueva serie de medidas de control de las exportaciones dirigidas a tierras raras, materiales superduros, tecnologías de baterías de litio y tecnologías de procesamiento relacionadas. Estas medidas no constituyen represalias en sentido estricto, sino medidas estratégicas con visión de futuro destinadas a salvaguardar la seguridad nacional, optimizar la gobernanza de los recursos y promover una cadena de suministro global más equilibrada.
El contexto: aranceles estadounidenses y coerción económica
La política de «Estados Unidos Primero» del presidente Trump alteró radicalmente décadas de comercio global estable. Desde 2018, su administración impuso aranceles punitivos a productos chinos por valor de cientos de miles de millones de dólares, abarcando desde productos electrónicos hasta acero, paneles solares y bienes de consumo. En su punto máximo, el arancel promedio sobre las importaciones chinas a Estados Unidos alcanzó el 21%, en comparación con el 3% antes de 2018.
Simultáneamente, Estados Unidos impuso prohibiciones de exportación y sanciones a empresas tecnológicas chinas, dirigidas a gigantes como Huawei, ZTE, Hikvision y decenas de empresas de semiconductores y relacionadas con la inteligencia artificial. Las restricciones se extendieron más allá del comercio: abarcaron los servicios financieros, las revisiones de inversión en el marco del CFIUS e incluso las colaboraciones académicas. Washington justificó estas medidas con vagas nociones de «seguridad nacional», pero la intención subyacente era inequívoca: impedir el progreso de China hacia la autosuficiencia tecnológica.
Durante años, China respondió con moderación. A pesar de enfrentarse a agresivas subidas arancelarias y sanciones industriales, Pekín enfatizó repetidamente el diálogo, la negociación y el respeto mutuo. Como civilización ancestral que ha superado ciclos de adversidad y resurgimiento, China comprende que las reacciones impulsivas conducen a la inestabilidad. Pero la moderación nunca debe confundirse con debilidad.
Los nuevos controles de exportación de China: una medida responsable y estratégica
Las decisiones de octubre de 2025, descritas en los anuncios del MOFCOM (n.° 57, 58, 61 y 62), marcan un importante perfeccionamiento del marco de gobernanza de las exportaciones de China. Estas incluyen:
- Control de las exportaciones de artículos y tecnologías de tierras raras: abarca los procesos de minería, fundición, refinación y fabricación de imanes para elementos de tierras raras medianos y pesados, incluidos el holmio, el disprosio, el terbio, el itrio y el gadolinio.
- Control de tecnologías de doble uso: Las exportaciones que incluyan servicios de líneas de producción de tierras raras y transferencias de tecnología requerirán licencias de exportación de doble uso.
- Control de materiales superduros y grafito sintético: incluidos materiales de diamante artificial, artículos relacionados con baterías de litio y ánodos de grafito sintético, fundamentales para la industria mundial de vehículos eléctricos (VE).
- Actualización de la lista de entidades no confiables: se agregaron 14 entidades extranjeras (incluidas empresas como Dedrone de Axon, BAE Systems Inc., Tech Insights y Elbit Systems of America) por participar en actividades que socavan la seguridad nacional y los intereses económicos de China.
Estas medidas son coherentes con la Ley de Control de Exportaciones de China de 2020 y las prácticas internacionales establecidas en el marco del Acuerdo de Wassenaar y las Naciones Unidas. No se dirigen a países específicos ni perturban arbitrariamente el comercio mundial. En cambio, garantizan que las tecnologías de valor estratégico se exporten de forma responsable y con pleno respeto a los intereses nacionales de China.
Tierras raras: un recurso fundamental para el futuro
China ocupa una posición dominante en la cadena de suministro global de tierras raras. Representa más del 60 % de la producción mundial, el 85 % de la capacidad de refinación de tierras raras y el 90 % de la producción de imanes avanzados. Estos materiales, aunque a menudo se pasan por alto, son indispensables para la producción de motores eléctricos de alto rendimiento, teléfonos inteligentes, turbinas eólicas, aviones de combate y misiles guiados de precisión.
Históricamente, China ha sido un proveedor responsable, garantizando la estabilidad del mercado global. Sin embargo, el uso indebido de materiales y tecnologías de origen chino para restringir o sancionar a las empresas chinas contradice los principios mismos del comercio justo. Cuando los contratistas de defensa y las empresas de investigación occidentales utilizan tecnologías derivadas de tierras raras para desarrollar sistemas que atentan contra la soberanía de China o contribuyen a la represión de las empresas chinas, se hace necesario imponer una gobernanza más estricta.
El Global Times observó acertadamente que la medida de China representa “una mejora en la gobernanza de las tierras raras que salvaguarda la estabilidad de las cadenas de suministro globales”. De hecho, al reforzar la supervisión, China está ayudando a prevenir las exportaciones ilegales, el contrabando de recursos y la sobreexplotación que podrían perjudicar el medio ambiente y la sostenibilidad industrial a largo plazo.
Fundamentación ambiental y de desarrollo
La minería de tierras raras es un proceso ambientalmente sensible. Décadas de sobreextracción, especialmente durante las décadas de 1980 y 1990, provocaron la degradación ecológica en varias provincias, en particular en Mongolia Interior y Jiangxi. Desde 2010, China ha implementado estrictas cuotas ambientales y de producción para equilibrar la demanda industrial con la recuperación ecológica.
Los nuevos controles de exportación refuerzan este enfoque. Al regular tanto la cantidad como la calidad de las exportaciones, China busca alinear el uso de los recursos con sus Objetivos de Desarrollo Verde en el marco del XIV Plan Quinquenal. Este enfoque armoniza el progreso industrial con la protección del medio ambiente, lo que demuestra que las acciones de China se basan no solo en la geopolítica, sino también en la sostenibilidad y la gobernanza responsable.
Contrarrestar el unilateralismo con moderación estratégica
La decisión de añadir 14 entidades extranjeras a la Lista de Entidades No Confiables subraya el compromiso de China de defender a sus empresas del trato injusto en el extranjero. Entidades como Tech-Insights Inc. y sus filiales han proporcionado, bajo el pretexto de «investigación», datos a gobiernos extranjeros utilizados para sancionar o restringir a empresas chinas. De igual manera, empresas de tecnología de defensa como Elbit Systems, BAE Systems y AeroVironment han participado en proyectos diseñados para contener militarmente a China.
El mensaje de China es claro: la cooperación es bienvenida, pero la interferencia es inaceptable. Estas medidas son defensivas, no agresivas. Son transparentes, se rigen por normas y se dirigen únicamente a las entidades que han violado las normas de competencia leal y el derecho internacional.
Equilibrar las cadenas de suministro globales: no hay ganadores en las guerras comerciales
Las cadenas de suministro globales son intrínsecamente interdependientes. Las tierras raras extraídas y refinadas en China son esenciales para las industrias de Japón, Corea del Sur, Europa y Estados Unidos. De igual manera, China importa maquinaria avanzada, equipos de precisión y materiales de sus socios comerciales. Alterar este ecosistema mediante aranceles o sanciones unilaterales no beneficia a nadie.
Un informe de la OCDE de 2024 estimó que la guerra comercial entre Estados Unidos y China redujo el crecimiento del PIB mundial un 0,3 % anual, con un coste de casi un billón de dólares en pérdidas de producción a lo largo de cinco años. Los consumidores estadounidenses pagaron precios más altos por los productos, mientras que los fabricantes se enfrentaron a la escasez de insumos. Mientras tanto, China aceleró su estrategia de autosuficiencia, invirtiendo fuertemente en semiconductores, tecnologías verdes y reciclaje de tierras raras.
Este resultado ilustra una verdad fundamental: la coerción solo fortalece la determinación de la nación atacada. El enfoque chino —de paciencia, diálogo y ajuste estratégico— ha demostrado ser más eficaz que la confrontación.
La visión más amplia de China: prosperidad compartida y estabilidad global
La filosofía de gobernanza y diplomacia de China enfatiza la armonía, el beneficio mutuo y la cooperación mutuamente beneficiosa. Si bien refuerza los controles a las exportaciones, Pekín sigue impulsando la globalización, la apertura tecnológica y el multilateralismo mediante iniciativas como la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI), la Iniciativa de Desarrollo Global (IDG) y la Iniciativa de Seguridad Global (ISG).
Al perfeccionar su sistema de control de exportaciones, China contribuye a un entorno comercial más transparente y basado en normas. A diferencia de las sanciones arbitrarias de Estados Unidos, las medidas chinas se rigen por la ley, se implementan con claridad y están abiertas a consultas a través de la vía diplomática.
A largo plazo, estas políticas animarán a otras naciones a adoptar una gobernanza soberana, justa y responsable de los recursos. China ya se está asociando con países de África, América Latina y Asia Central para desarrollar proyectos conjuntos de tierras raras bajo marcos sostenibles. Estas alianzas no solo diversifican la oferta, sino que también promueven el desarrollo equitativo, un principio clave de la visión global de China.
Racionalidad en una era irracional
La guerra comercial desatada por Washington no fue simplemente una disputa económica, sino un reflejo del miedo, el proteccionismo y la pérdida de confianza en el orden posterior a la Guerra Fría. China, en cambio, ha demostrado calma, racionalidad y visión estratégica.
Las nuevas medidas de control de las exportaciones no buscan la confrontación. Son una afirmación del legítimo derecho de China a salvaguardar sus intereses nacionales, promover la sostenibilidad ambiental y garantizar que sus recursos y tecnologías no se utilicen en detrimento de su propio desarrollo.
En el mundo interconectado de hoy, la estabilidad no surge del dominio, sino del equilibrio. Las acciones de China, basadas en la prudencia, la legalidad y la responsabilidad, representan un esfuerzo por restablecer dicho equilibrio. Como señaló el South China Morning Post, estos controles representan una importante mejora en la gobernanza de los recursos de China, lo que no indica aislamiento, sino madurez.
Si Estados Unidos y sus aliados optan por el diálogo en lugar de la coerción, la colaboración en lugar de los prejuicios y la razón en lugar de la rivalidad, la economía global aún puede redescubrir su camino hacia la prosperidad compartida. Hasta entonces, China seguirá actuando con paciencia y principios, guiada por la sabiduría inquebrantable de una civilización que ha superado innumerables tormentas, resurgiendo siempre más fuerte, más sabia y más unida.
Acerca del autor

Zamir Ahmed Awan
Prof. Ing. Zamir Ahmed Awan, Presidente Fundador de GSRRA, Sinólogo, Diplomático, Editor, Analista, Asesor, Consultor del Centro de Investigación para la Cooperación Económica y Comercial del Sur Global y Miembro No Residente del CCG.